El encanto sonoro de Raúl Lavista
- Interlatencias
- 14 mar 2023
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 30 mar 2023
Artículo Interlatente por Anaidd Villemière

Los titulares cinematográficos están llenos de nombres de estrellas en boga de su popularidad, cineastas hablando de sus próximos proyectos y hazañas, el pasar de los años nos ha demostrado que a la imagen se le ha concedido una relevancia sumamente amplia, celebrando con mayor notoriedad a los cine-realizadores en comparación con la figura de quienes musicalizan las ficciones. Es en tiempos recientes que diversos compositores se han consagrado como estrellas afamadas siendo el caso de Ennio Morricone, John Williams o Hans Zimmer, entre otros, cada uno con oleadas de fieles fanáticos. La música del cine se ha convertido en un género en sí mismo, uno que aún es falto de estudio y revalorización, sobre todo en nuestro país donde el tramo es largo para otorgar el debido reconocimiento a quienes construyeron las sonoridades que encumbraron la cinematografía nacional y todo lo que rodeaba su quehacer.
La música fue el primer sonido que acompañó al cine, apaciguaba el ruido de los proyectores y amenizaba el momento. Siendo el arte tan multidisciplinario que es, pronto esparció sus posibilidades estéticas dentro de la cinematografía, ésta da corporeidad a las imágenes asociando los espacios, unificando las impresiones visuales de tal resonancia que resulte imprescindible para contar y entender una historia que no sería igual sin la presencia de dichas tesituras auditivas que engalanan las pantallas. Entonces no sólo eran los fondos y acompañamiento, se trataba de una labor ardua que se escribía a medida; sumamente meticulosa, contra imagen toma por toma, con ayuda de cronógrafo, copistas y con un tiempo de realización corto. Hoy en día podemos ver más allá apreciando toda su complejidad.
Cuando el cine nacional dejaba atrás su etapa silente y empezaba a abrazar el potencial sonoro se llenó de personajes audaces que hacían su labor de forma intuitiva, cuya experiencia y expertismo fue tomado de una práctica casi a ciegas, en un tiempo en el que los errores eran mínimos —pues costaban mucho a las producciones— emergería un genio discretamente oculto, que presenció en su cercanía la transición y apogeo de la época dorada siendo cómplice de su esplendor; su nombre era Raúl Lavista Peimbert. En su temprana infancia aprendió a tocar el piano, antes de tener siquiera quince años ya había ofrecido un recital con composiciones propias, lo que valió ser considerado un prodigio. Fue un prolijo compositor, pianista y director de orquesta, socio fundador de la Sociedad de Autores y Compositores de México, dirigió la Orquesta Sinfónica Nacional y la Orquesta Filarmónica de la UNAM; un amante de la música en todas sus vertientes, un difusor cultural en la radio y un apasionado del cine.
En su haber se encuentra la composición de más de trescientas cincuenta partituras para películas como El Ángel exterminador, Macario, Los hermanos del Hierro, El hombre sin rostro, Una familia de tantas, Distinto amanecer, Más negro que la noche y muchas otras más en las que desfilan los directores más influyentes del cine mexicano, siendo el compositor predilecto de realizadores como Julio Bracho, Ismael Rodríguez y Roberto Gavaldón entre otros destacados cineastas que lo posicionaron como una de las figuras clave del cine de la época de oro. Su vida como músico se extendía más allá de las luminarias cinematográficas, nunca dejó de lado las orquestas, aquellas que supo amoldar a su trabajo tanto en cine como en la radio dirigiendo a personajes como Giuseppe Di Stefano, Gulda Flavigny, Ramón Vinay, Elizabeth Schwarzkopf, Yara Bernette, Henryk Szeryng, etc.
Lavista se codeó con los compositores más importantes de su generación, algunos de ellos fueron sus maestros como Silvestre Revueltas, Rodolfo Hallffter, Manuel M. Ponce y José Rolón. Su primera colaboración en el cine sería en la película ‘Dos Monjes’ (1934) de Juan Bustillo de Oro, en la cual compuso la canción ‘Ana’ que Max Urban tomaría como motivo conductor de la banda sonora; a partir de dicha cinta no cesaría de componer hasta su muerte. Su música llena de texturas preponderantemente orquestal, está repleta de estructuras complejas, alientos de madera, cuerdas y percusiones que contrapuntean pasajes con narrativas líricas visionarias, cuya integración a las cintas era orgánica, casi como si hiciese una alegoría en la que cada nota soltase su peso cual pétalo. Flautas, trombones, violines y clavicordios acompañaban los horizontes blanquinegros rebozados en el imaginario nacional. Apostaba siempre por la experimentación y la incursión con instrumentos poco usuales lo que le llevó a ser pionero en el uso de las ondas Martenot en el territorio mexicano, mientras se permitió probar con los métodos de grabación, moviolas y play-backs, entre otros.
El discurso sonoro envuelve la materialidad de las imágenes en una yuxtaposición que reafirma las sensibilidades que atañen al espectador, a su vez es como un perfume evocativo que se queda con nosotros mucho después de haber visto algún metraje. Aporta también una capa de verosimilitud y en el caso de Raúl Lavista las películas que su música acompañaba tenían una obertura, cual acto de ópera, que se fundía con exquisitez en las diferentes atmósferas, nos aterrizaba en diferentes espacios temporales y emocionales mientras aún oscilaban los créditos. Una demostración de su virtuosismo compositivo, interpretativo y de arreglo sinfónico es su incursión al jazz, rock, electrónica, ranchera y conga según las necesidades del filme en turno y las exigencias de los cineastas sin importar el género de la película o si para esta se tenían que realizar las letras como sucedería en Pulgarcito de René Cardona, ‘Te quiero más que a mis ojos’ en Tizoc de Ismael Rodríguez o Ramito de azahar interpretada por Pedro Infante en diferentes cintas.
A título personal, encuentro fascinante ‘Crepúsculo’ (1945) de Julio Bracho, y su musicalización juega un papel fundamental en ello, resulta ser parte del vasto trabajo de Raúl Lavista, la sonorización genera que la historia relatada sea tan inmersiva, enmarcando los sentimientos, acciones y una serie de matices que muestran los personajes, siendo ese apoyo primordial al argumento. La curiosidad surgió llegada la conclusión del filme y con ello una revelación que abriría el camino al conocimiento de cientos de grandes metrajes musicalizados por él. Intrigada en conocer más de su obra, vida y legado me cruce con material audiovisual del primer encuentro internacional de especialistas en audio de la Fonoteca Nacional donde su hija, la talentosa fotógrafa Paulina Lavista en compañía del músico e investigador: José María Serralde, narran anécdotas, perspectivas y opiniones diversas, de entre las cuales encontré muy llamativo cuando se resalta justamente a ‘Crepúsculo’ siendo enunciado como un ejemplo de composición y ejecución brillante de una partitura “verdaderamente impresionante”, la cinta es un noir embestido con sincretismo en una elegante música orquestal que prioriza con alarde el violín de José Rocabruna; dentro de la técnica compositiva hay un juego de silencios, tonalidades y desniveles finamente pensados en los que la banda sonora entreteje ese halo de misterio y delirio que envuelve el filme.
Raúl Lavista fue un personaje por demás interesante, ir a su casa debió ser toda una experiencia gratificante como lo atestigua en diferentes entrevistas su hija Paulina Lavista, contando sobre las sesiones de escucha que se hacían en su hogar los domingos, todos atentos cual concierto a los discos de Debussy, Varese, Ravell, Wagner, Mozart, Messian, Boulez y tantos otros, que le dieron la oportunidad de conocer personalidades de la talla de Juan Rulfo, Rosario Castellanos, Claudio Arrau, y Salvador Elizondo con quien se terminaría casando. Mencionar a su hija es importante, su papel más allá de la contribución histórica como la primera fotógrafa mujer que expuso en Bellas Artes, la coloca como piedra angular para la preservación del legado de su padre, fruto de sus esfuerzos se ha logrado una labor de recuperación y difusión del mismo que continúa hasta la actualidad. Todo comenzaría en 1996 cuando fue llamada a los Estudios Churubusco Azteca lugar al que acudiría en conjunto a la sonidista e investigadora Sibylle Hayem, allí se encontraron cientos de latas atacadas por el síndrome del vinagre, (posiblemente, producto del tiempo y la indiferencia por el patrimonio cultural). Se daría inicio a una labor titánica de recuperación, catalogación y digitalización de dichos archivos, deber que tras muchos años llevaría en 2018 a Hayem al reconocimiento para que el acervo fuera nombrado Memoria del Mundo de la UNESCO, siendo un paso relevante escanear el sonido óptico de las cintas magnéticas y todos los negativos dejados en el descuido para conocer más del quehacer cinematográfico en sus años dorados, pero sobre todo para poderlo estudiar en su totalidad y resguardar correctamente, aunque claro, aún falta un largo camino por recorrer y quizás muchos materiales aún estén a la espera de ser descubiertos.
El maestro Lavista recibió múltiples premios y honores por su trabajo en el cine, gozó de cierto reconocimiento internacional, llegando a trabajar en algunas cintas extranjeras. Teniendo en cuenta que fueron más de trescientas cincuenta películas, si nos pusiéramos a enlistar cada una de ellas, se podría apreciar la gran diversidad de ocasiones en que se ha escuchado a Raúl Lavista quizás sin saber que se trataba de uno de los más prolíficos y virtuosos compositores que ha dado México. Incluso su muerte estuvo llena de música, su sobrino, el también compositor Mario Lavista creó un lamento a modo de homenaje, sobre su tío diría:
Yo quise profundamente a Raúl Lavista, fue un ser extraordinario, y este lamento fue un homenaje íntimo. La elección de flauta baja se debió a mi creencia en una vieja leyenda japonesa según la cual este instrumentó es el único que los muertos son capaces de escuchar. Como toda leyenda tiene su parte verdadera. Yo estoy convencido de que cada vez que se toca este Lamento, Raúl lo está escuchando. (En García-Bonilla. 2001, p.107)
Queda mucho por decirse de Raúl Lavista, sus composiciones son reminiscencias anidadas en la mente y la nostalgia sobre un cine cuyas florituras musicales denotaban una pasión en su creación, un amor por su trabajo, un arraigo nacional lleno de sentimientos que sigue siendo una reverberación plasmada al reflexionar en las grandes estrellas y películas, una asociación lógica, pues la música es un hilo conductor de la memoria. Si bien una parte de su acervo yace en la fonoteca nacional, la otra vive con nosotros cuando una de sus melodías ronda nuestros pensamientos, cuando en las cintas suena su música negándose a ser absorbida en las fauces del olvido.
Raúl Lavista, en efecto, es un músico de notorio talento, cultivado entre los que más haya, entusiasta del arte que practica y del que quisiera practicar. Palabras del crítico Adolfo Salazar (Pauta, 1996)
REFERENCIAS:
Amgus. (2023) Raúl Lavista al piano [Ilustración digital].
Fonoteca Nacional de México. (22 de noviembre de 2018). Pr1mer Encuentro Internacional de Especialistas en Audio [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=oC61UErXnOc&t=4029s
Hayem, S. (2021). Crónica de un rescate: la música compuesta para cine en México (1956-1979). En P. Rodríguez (Coord.), Creadores de la memoria: los archivos sonoros y audiovisuales en México. Instituto de Investigaciones bibliotecológicas y de la información, UNAM. Ciudad de México. pp. 47-58 https://ru.iibi.unam.mx/jspui/bitstream/IIBI_UNAM/195/138/creadores_memoria.pdf
La Jornada Semanal. (1996). “La devoción sonora”, entrevista con Mario Lavista. En R. García Bonilla (Ed.) Visiones sonoras: entrevistas con compositores, solistas y directores. Siglo XXI. p.107 https://books.google.com.mx/books?id=3EEUrqUY478C&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false
Piñon, A. (2015). Raúl Lavista, el genio musical del cine mexicano. El Universal. https://archivo.eluniversal.com.mx/cultura/2013/raul-lavista-el-genio-musical-del-cine-mexicano-961762.html
Salazar, A. (1952). Raúl Lavista, Director de Orquesta. Pauta 59-60. Cuadernos de teoría y crítica musical, julio-diciembre de 1996, México: Conaculta, INBA, Cenidim. p. 63 https://mexicana.cultura.gob.mx/es/repositorio/detalle?id=_suri:INBA:TransObject:5bce83517a8a02074f830e6c&r=30&t=52&sort=relvdes&word=pauta&leap=25
Serralde, J.M. (2013). Música, músicos y cine en México, mirada hacia una historia posible. Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México. http://www.posgrado.unam.mx/musica/div/cursos_eventos/2017/PDF/MiradasSerralde.pdf
Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM). (s.f.). Nuestros socios y su obra: Raúl Lavista. SACM, Ciudad de México. https://www.sacm.org.mx/Informa/Biografia/08044
Interlatencias Revista
marzo 2023
Comentarios