Montañas familiares, muros conocidos
- Interlatencias
- 20 jul 2023
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 9 mar 2024
Galería y Ensayo Fotográfico de Diego Raigoza Núñez
Estas son las montañas que me son familiares; cálido abrigo durante mi infancia, punto de referencia durante mi adolescencia y adultez joven.
De niño, mis papás me llevaban de vacaciones a visitar a mi abuela en otra ciudad y el viaje de regreso siempre era un trauma porque yo me sentía más "en casa" con ella que en la que vivía, y en cada retorno, sentía que el mundo se acababa para mí.
La travesía invariablemente era eterna y agónica, pero recuerdo como estas montañas me decían que todo estaría bien, que volvería a ver a mi abuela y que ellas estarían ahí para mí, pasara lo que pasara.
En mi adolescencia y mis veintes viajé mucho y viví algún tiempo fuera. Recuerdo muy bien la sensación de alivio que experimentaba cada vez que veía estas montañas al entrar en la ciudad porque siempre me hacían sentir bienvenido y sentía que mi retorno era algo que les provocaba expectativa, cosa que no siempre fue el caso con aquellas personas que me rodeaban.
En esa época, yo tenía grandes planes y sueños aún mayores. Mi idea era cambiar al mundo y dejar mi huella con lo que hago, pero para lograr eso, siempre ha sido necesario dejar este nido, el cual está formado por ramitas en forma de montañas y cerros.
No contaba con la muerte tan pronta de mi abuela. Ese fue un golpe y es una ausencia que todavía duele porque desde entonces no he podido experimentar de nuevo esa sensación de un hogar cálido al que podría regresar. Si bien sabía que era algo que pasaría tarde o temprano, siempre pensé que sería más grande de lo que era cuando se fue.
Los años pasaron y mis veintes se fueron acabando. Poco a poco, el aire se volvió más denso, el espacio se hacía más chico y apretado, el fuego interior se fue apagando y los días pasaban, a veces lento, a veces rápido, pero siempre eran el mismo.
Fue cuando noté que mis amigas, las montañas, se habían vuelto un muro. Uno que ya me conocía, que constantemente me decía: "¿Por qué sigues aquí?".
Cada vez me fue más difícil el mirar hacia el horizonte porque podía ver todo el tiempo a esas barreras que me hacían sentir preso e impotente.
Esos sentimientos se arraigaron en mi mente, en mi alma y corazón, y así, fue como llegué a odiar a la montaña que me guardó, al sol que me forjó y hasta la misma existencia que me dieron mis padres. Eventualmente el veneno sería tanto que yo terminé siendo el blanco favorito de sus embates, constantes ataques y eternas recriminaciones.
Los treintas han sido todo un proceso, de muertes figurativas, resurrecciones dolorosas y perdón necesario. Si quería el poder aspirar a vivir y no meramente a sobrevivir, tenía que hacer las paces con muchas cosas, personas, ideas, eventos y vicisitudes, pero principalmente, conmigo mismo.
Sigo buscando la forma de poder dejar este nido y de hacer esos sueños realidad antes de convertirme en otro viejo más que se arrepiente de no haber vivido la vida y que solo se puede aferrar a unos cuantos recuerdos, gastados y repetidos hasta el fastidio.
Pero al momento de escribir esto, aún no hago las paces por completo con las montañas, y vaya que lo he intentado. Están estas fotografías que tomé como enmienda e incluso las escalé para pedirles perdón por atreverme a odiarlas, pero quizá el ofrecerme en sacrificio no es lo que ellas quieren.
A veces pienso que tal vez lo que realmente desean es verme solo de visita, no a diario. Quizá anhelan por el día en que les cuente de mis aventuras en otros horizontes y diferentes latitudes.
Sigo buscando la forma de cumplirles eso, y de paso, a mí también.

Montaña familiar

Líneas de mi horizonte

A veces la luna visitaba

Todo estará bien

Pidiendo perdón

Las ramas del nido

Barrotes en la ventana

Muro conocido

Abrazo de noche

Esperando una anécdota
Diego Raigoza Núñez
(Torreón, Coahuila, México, 1985)
Artista visual y escritor autodidacta que gusta de mezclar de las letras y fotografía para sus creaciones, las cuales se centran en temas de la estética, paisaje, naturaleza, la autorreflexión y su interpretación de la vida. Su trabajo combina el gusto por la estética inherente de las cosas con la crudeza de la realidad, buscando una trascendencia a través de quien lo experimenta.
Su trabajo se puede encontrar en Instagram en: @diegoraigozanunez
Interlatencias Revista
julio 2023
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